deja vú

No había mucho que entender, estaban parados, uno frente al otro con una distancia tan corta, pero tan profunda, casi abismal. Cada suspiro se llevaba una risa, un abrazo, un te amo, se llevaba todo menos los fracasos. No había tinta para seguir escribiendo, no habían hojas, no había tela, quizas alguno que otro apunte ya escrito pero que al reverso solo estaba en blanco y así saltaban acantilados, escribiendo sobre hojas escritas, estrenando conversaciones ya habladas, supeditando supocisiones al tiempo. Las hojas ya estaban marcadas, pero ellos no lo sabían, porque seguían buscando desesperadamente un espacio en blanco para escribir con esa tinta que ellos sabian que no estaba, en esas hojas que ya estaban usadas, con conversaciones que ya estaban habladas y con besos que ya se habían ido en suspiros.